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viernes, 27 de febrero de 2015

Inventar

"Inventa”, dijiste. Mal asunto, querido. Si no la ato en corto, mi imaginación vuela tan libre que posiblemente nos vea ya comiendo perdices en nuestro castillo, que deje de ser el dragón que acude a tu rescate cuando te secuestran damiselas que no te convienen o peor, dejo de ser la revolución de tu cama, la tormenta de tu vida y me transformo en la princesa sumisa que nunca he sido, esperando tu aparición estelar en mi película, cargado de rosas y poemas.

Ya ves, al final siempre me voy por las ramas y yo solo quería decirte que me canso de imaginar futuros contigo. Ya es hora de vivirlos. Aunque sé que eso es inventar demasiado.

martes, 26 de agosto de 2014

Ajuste de cuentas

Saldemos nuestras cuentas pendientes, pequeño.
Me debes la pasión, las ganas y algo de amor.
Voy a cobrármelo todo junto.
Y con intereses.

lunes, 28 de julio de 2014

Por culpa de la poesía

Y duermo otra noche abrazada a la tristeza cuando mi cuerpo pide que tus manos me rodeen la cintura mientras nos perdemos en una espiral de sueños y placeres. 

Por culpa de la poesía tengo un concepto sobredimensionado del amor, he amado por encima de mis posibilidades, tiendo a sobrevalorar los romances (aunque sólo duren una noche) y he desarrollado una vena romántica literal y literaria que recrea mariposas asesinas que campan en mi estómago a sus anchas buscando tu sabor, tus ojos tristes, tu media sonrisa, las ganas de desnudarnos y que el día nos pille en una lucha cuerpo a cuerpo. Pero vuelvo a perderme en mil historias sin sentido y con desastre final. 

Así que voy a dejarme de versos y rimas de cuerpos imposibles. Es hora de que pongamos un gin tonic entre nosotros y no distancia y miedos. Desnúdame de mi pasado, lléname el corazón de presentes, aunque la vida no sea cuestión de tiempos verbales, sino de personas. De piel. De ti.

jueves, 14 de noviembre de 2013

Tengo

Tengo la rosa de oriente, 
el oro del sol naciente 
y lo que quieras pedir. 
Tengo el mapa del tesoro,
 tengo el palacio del moro 
para llevarte a vivir. 

(Javier Ruibal)

 

Tengo cientos de cuentos bajo mi almohada, uno por cada noche que seguimos en estas habitaciones separadas. Aunque tú no lo sepas, te los susurro al oído mientras duermes y no puedes verme. Soy una mujer de palabras y siempre cumplo lo que te escribo. 

Tengo un dragón bajo la cama y un monstruo en el armario, que no me dejan rendirme y me empujan a seguir siendo valiente, porque ya te he dicho miles de veces que el amor no es apto para cobardes.

Tengo un corazón en el bolsillo, que sigue escapándose enloquecido cuando algún caminante rezagado le devuelve tu perfume y confuso, corre desbocado a un encuentro imaginario.

Tengo un puente de palabras que nos une y nos separa. Tengo una paleta de colores para pintarte la sonrisa. Tengo un tarro lleno de ilusiones y una habitación preparada para cuando quieras abandonar la soledad. 

Tengo el recuerdo de un mordisco que aún siento y una oportunidad perdida que llora a la espera de ese sueño que no puedo contarte.

Tengo el último gintonic en la mano para brindar por ti, por mí, por nosotros, por lo que pudo ser y no fue, por lo que será, por el destino y la casualidad cogidos de la mano, por la felicidad que ya no se nos escapa.

Tengo tres puntos suspensivos preparados para transformarse en punto y final. 

miércoles, 13 de noviembre de 2013

Hace ya

Hace ya muchos verbos que no sé de ti. Sonreír, llorar, reír, cantar, leer, dibujar, escribir, imaginar, pensar, ver, oler, escuchar, tocar, recordar, disfrutar. Vivir. Odiar y amar. Sí, sobre todo amar. Porque este particular odi et amo dotó de nuevos significados tantas acciones como verbos compartimos.

Hace ya muchos versos que los libros de poesía no hablan de ti, de nosotros. Ya no me devuelven tu aroma ni tus recuerdos. Ahora solo hablan del amor en general, de la idea romántica del amor que no compartimos, sin rostros ni dueños, sin fotos ni nombres.

Hace ya muchos besos que tu boca y la mía no se funden. Pero esto, pequeño, aún estamos a tiempo de solucionarlo.

lunes, 28 de octubre de 2013

Un monstruo en el armario


¿Sabes guardar un secreto? Sígueme, pequeño, voy a enseñarte algo maravilloso. Ten cuidado, no despiertes al pequeño dragón mientras duerme, que si no lo haces a base de cosquillas se pone insoportable. ¿Estás preparado? Guardo un pequeño monstruo dentro de mi armario. No te asustes, es un bichito adorable. Lo he educado para devorar mis miedos. Ya sabes que suelo padecer de ese tipo de dolencias, de ese miedo que te abraza las entrañas y ya no te abandona. Pero ahora solo tengo que abrir la puerta y… ¡zas! ¡Magia! Él crece unos centímetros y yo recupero la valentía que a veces me falta para seguir mi camino. 

Así que abre la puerta y lánzale los tuyos. ¿Estás preparado para ser feliz? ¿O es que aún no has comprendido que no solo mataría monstruos por ti sino que sería capaz de inventar cuantos fueran necesarios con tal de verte sonreír?

domingo, 18 de agosto de 2013

Habitación 405



Yo había puesto encima de mi pecho un pequeño letrero que decía: “Cerrado por demolición”. 
Y aquí me tiene usted pintando las paredes y abriendo las ventanas.
Carlos Pellicer

Bienvenido a la habitación 405. Aquí tiene su llave. Está justo en el centro del edificio, si me acompaña le llevaré hasta la puerta, y así por el camino le informo de algunos detalles.

La habitación todavía no está terminada, tiene alguna que otra gotera producto de adversidades externas y la calefacción tarda en arrancar, por eso que a veces hace demasiado frío. Si pasado un rato ve que sigue sin funcionar, sonría. Aquí todo se mueve con la energía que desprende una buena sonrisa.
Perdone el desorden, todo está patas arriba, pero es que su llegada nos pilló desprevenidos. No suelen venir muchos habitantes por aquí, la dueña es bastante desconfiada y no deja pasar a cualquiera. Así que siéntase afortunado, esto es un privilegio que no está al alcance de todos. Incluso le ha construido una habitación exclusiva para usted. Ha debido calarle hondo.

Procura no rebuscar demasiado en aquellas cajas, es donde están guardados los malos recuerdos. Las de allí puede abrirlas y explorarlas tantas veces como quiera: al calor de un buen recuerdo todo se sobrelleva mejor.

Puede quedarse el tiempo que quiera. Yo me vestiré con sonrisas e intentaré hacer que su estancia aquí merezca la pena.

Bienvenido a las ruinas del pasado.
Bienvenido a la felicidad del presente.

miércoles, 10 de abril de 2013

¡Malditos pies!

La noche está estrellada,
y tiritan, azules, los astros, a lo lejos.
Pablo Neruda

¡Malditos pies! Hoy han vuelto a jugarme una mala pasada. Y sin darme cuenta me he visto recorriendo los mismos lugares y te he descubierto a mi lado, como en aquellos días de julio, jugueteando con mis dedos y atrapándolos entre tus manos. Me he sentado en aquel bar y me he perdido de nuevo entre la tranquilidad del mar y la inmensidad de tu mirada. ¡Y has vuelto a encontrarme las cosquillas! ¡Hasta se te ha levantado la sonrisa!

Y mientras sigo caminando, resuenan en mi mente unos versos de Neruda y Van Gogh pinta para mí un paisaje en el que no caben despedidas.

No olvides nunca que este sur te debe su vuelta a las sonrisas. No olvides nunca que mi sol sale por Alicante. Y, por favor, no me olvides al segundo gin tonic.


 

sábado, 6 de abril de 2013

Coleccionista de sonrisas


Érase una vez un fotógrafo obsesionado con capturar cada momento importante a través del objetivo de su cámara. No quería dejar de captar cualquier sonrisa con él. Desde muy pequeño, comenzó a manifestar esta extraña atracción por las sonrisas ajenas y con el tiempo se despertó en él un deseo incontrolable por coleccionarlas: allá por donde fuera, buscaba sonrisas espontáneas e inesperadas, nunca le gustaron las sonrisas forzadas de la gente que posaba ante la cámara. De todas ellas, las que más despertaban su obsesión era la de las mujeres. Pero esa no las fotografiaba: las grababa a fuego en su mente, memorizando hasta el más mínimo detalle, estudiándolas detenidamente, conociendo cada matiz, descubriendo que la belleza de una sonrisa no reside en la belleza del rostro que la viste, sino en la sinceridad que ella encierra. Incluso llegó a darse cuenta de que nadie es capaz de sonreír dos veces de la misma manera. Pero la conclusión más importante a la que llegó es que todas las personas, sin excepción, tienen capacidad para mostrarla.

Y durante años siguió coleccionándolas. Llenó salas de exposiciones, vendió millones de ellas. Pero durante todo ese tiempo siempre se olvidó de fotografiar la más importante de todas: la suya.

domingo, 3 de marzo de 2013

Nunca te enamores de un poeta

Mira que te lo advertí una y otra vez: «Nunca te enamores de un poeta, que es capaz de tocarte el alma tan sólo con palabras y grabará sus huellas en tu corazón con tinta indeleble». Pero tú nada, te lanzas a la aventura, saltando sin red a una historia que no puede sino salir mal. 

No pretendas ser la musa de un poeta: te metamorfoseará en verso. Y simplemente serás un amor con rima. Una nueva metáfora. Una hipérbole abandonada. Otro poema más.

martes, 15 de enero de 2013

El tarro de los sueños



Érase una vez una niña que guardaba cada uno de sus sueños en un pequeño tarro que antaño guardaba mermelada de fresa. Hay personas que guardan monedas en un cerdito para ahorrar algo para cumplir sus deseos, pero ella prefería guardar directamente los sueños, porque los sueños no son cuestión de dinero, sino de corazón y fe. 

Un viaje a París para enamorarse; un paseo entre las ruinas de una Roma eterna, que parece inamovible al paso del tiempo; una moto con la que recorrer Italia y perderse entre historia, arte y amores de películas; una cámara para fotografiar el Partenón y una foto que le permita no olvidar jamás que estuvo en el mismo lugar donde nació toda la cultura occidental; una bola del mundo mágica para poder viajar rápidamente a cualquier parte del mundo: desde México a Madrid, de Oxford a New York, de Granada a Berlín; un alma de poeta, para perderse entre papeles y plumas, entre versos y realidad; una tesis y una cátedra; una biblioteca donde siempre hubiera espacios para más libros; un “te quiero” inesperado; un billete a la Luna; una estrella con su nombre, a la que viajar cuando las cosas se pusieran feas, un refugio seguro; una vida eterna para hacer todo aquello que quería; ¡incluso llegó a desear un corazón nuevo cuando los juegos de adolescencia hicieron más daño del esperado!

Y durante años fue colocando con sumo cuidado cada uno de ellos en aquel pequeño tarro, cada vez más lleno de ilusión, pero más vacío de espacio. Así que, para poder seguir soñando, decidió cambiar el tarro por uno más grande. No pensó nunca que sus sueños pudieran llegar a pesar tanto y con su descuido lo único que consiguió es dar con ellos en el suelo, esparcidos por toda la cocina, y muchos rotos en miles de pequeños pedazos. Y al ver cómo todos sus sueños se habían ido al traste, no pudo hacer otra cosa que llorar. Lloró y lloró desconsoladamente durante horas.

Hasta que al fin comprendió que los sueños rotos, como cualquier taza que se rompe, también se pueden pegar. Un sueño roto bien pegado puede volverse aún más bello de lo que era. Y con paciencia y mucha ilusión (porque no hay mejor pegamento que ese) consiguió recuperar su tarro y cada uno de sus sueños. Y siguió soñando porque, al fin y al cabo, soñar no cuesta nada y los sueños siempre pueden hacerse realidad.