Y duermo otra noche abrazada a la tristeza cuando mi cuerpo pide que tus manos me rodeen la cintura mientras nos perdemos en una espiral de sueños y placeres.
Por culpa de la poesía tengo un concepto sobredimensionado del amor, he amado por encima de mis posibilidades, tiendo a sobrevalorar los romances (aunque sólo duren una noche) y he desarrollado una vena romántica literal y literaria que recrea mariposas asesinas que campan en mi estómago a sus anchas buscando tu sabor, tus ojos tristes, tu media sonrisa, las ganas de desnudarnos y que el día nos pille en una lucha cuerpo a cuerpo. Pero vuelvo a perderme en mil historias sin sentido y con desastre final.
Así que voy a dejarme de versos y rimas de cuerpos imposibles. Es hora de que pongamos un gin tonic entre nosotros y no distancia y miedos. Desnúdame de mi pasado, lléname el corazón de presentes, aunque la vida no sea cuestión de tiempos verbales, sino de personas. De piel. De ti.